Critica De La Facultad De Jugar: Scribblenauts

Aunque alguien quisiera saber la verdad sobre esa muerte, la verdad sería tan esquiva como lo que jamás ocurrió. Después de que Auner me revelara por qué viajaban, y como quien pide a un padre una cita con una de sus hijas, le pedí permiso para hablar con sus hermanos. Se fue, vestido de policía, a buscar en las colonias del centro de Chalchuapa al cómplice del que mató a su amigo el pandillero. Se internó por las calles adoquinadas que parten de la avenida central de esta ciudad comercial y bulliciosa, repleta de tiendas, almacenes y puestos callejeros. Un relato divertido en su mundo.

Se preguntan en qué los ayudará. ¿Es un coyote al que su padre le ha pagado para que los lleve seguros hasta su encuentro? Ojalá, suspiran los tres hermanos. ¿Es solo un amigo que les dará comida y casa para que descansen antes de continuar su huida? A la policía la conocí con meses de diferencia de Tirson. Se llama -o se llamaba, quién sabe si logró llegar a Estados Unidos- Olga Isolina Gómez Bargas.

fontanero las matas

El hombre -así lo recordó en aquel tren Tirson- abrió los ojos hasta más no poder. Después respiró hondo y volvió a tener aquella mirada de rabia. Tirson volvió deportado a Guatemala, un país que no conocía.

Su padre, desde Estados Unidos, les dictó un número de celular. Les dijo que es un amigo oaxaqueño que conoció en el norte, con quien trabajó. A su segundo marido, otro policía, se lo mataron un año y medio después que al primero. Ella vivía en una colonia de la Salvatrucha, pero había sabido cómo rebuscarse para que no se enteraran de que period policía.

Ya ni intentó explicar que no period ningún “maroso”, sino solo un joven de Centroamérica. Lo único que se le pasó por la cabeza en aquel momento fueron los años. A Pitbull se le subió a la cabeza esa rabia descontrolada que le nace del estómago. Esa que hace que se le crucen los cables allá arriba. Cuando eso pasa, durante unos cinco minutos, no hay quién lo detenga. La respuesta podría parecer lógica para cualquiera que no conozca las reglas de este camino.

Los días pasan y la comunicación con los muchachos se cut back a intercambio de mensajes de celular. Porque voy a contar su historia. Pero en el contexto del adiós es un enorme nudo introducido de golpe en plomero toa alta la garganta. Auner, Pitbull y El Chele sonríen con recato ante aquello, como si no se lo merecieran. Abren los ojos y tuercen la nuca de un lado a otro. Uno sigue los pasos del otro que a su vez sigue los pasos del anterior.

Huir no siempre es una romería fúnebre. Al menos no para plomeria matos este muchacho. Depende de qué tan acostumbrado se esté.

«Mientras se echaba agua de la alberca, le dijo que period un problema que el techo estuviera en ese estado, pues ella creía que la cama de hojas podridas por la lluvia period lo que llenaba el baño de alacranes». «Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco». Es fácil, para el buen estudiante de la Biblia, el ver que los sistemas comunistas y socialistas están basados en el robo institucionalizado. Tales sistemas están en contra de Dios y de su modelo divinamente revelado para una economía sana. Ahora bien, el idealista puede argumentar que éste no es necesariamente el caso y que una economía socialista podría estar formada por el mutuo acuerdo de los miembros de la sociedad. Sin embargo, como se explicó antes, la historia, la lógica y la experiencia, prueban que tal cosa es imposible (al menos por un periodo sostenido de tiempo), pues siempre, luego de la transición, los controladores sociales conducen a la colectividad a una economía planificada y despiadada.

A principio de los años 30, recién casado, se trasladó a Buenos Aires, donde estaba prohibida la venta de cigarrillos durante el fin de semana, de modo que los fumadores acopiaban los viernes tabaco para tres días. A él se le olvidó comprar y la desesperación se tradujo en un cuento de apenas cuarenta páginas que escribió en una tarde, sentado ante la máquina de escribir para desahogarse. Era la primera versión de El pozo, que se publicaría nueve años después. Fue lo único en su vida que escribió sin fumar.

La vida de Wurzelbacher cambió una tarde de octubre, cuando jugaba al fútbol con su hijo en el jardín de su casa y se enteró de que el senador Obama visitaba su barrio. Ciertamente, Barack Obama había declarado que era “bueno tomar dinero de un grupo de personas y dárselo a otro”. Un hombre prieto se acercó a la banca. Era el amigo del padre de los hermanos Alfaro. Hizo un gesto rápido con la mano. Nos dimos un fuerte abrazo y vi a Auner, Pitbull y El Chele perderse en la plaza, entre niños y juegos.

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