De La Generación X A La Generación @ : Trazos Transicionales E Identidades Juveniles En América Latina

No es informal que la generación de jóvenes que ha crecido en esta period digital esté encontrando en estos espacios nuevos circuitos informacionales. Han aprendido, a partir sobre todo de la emergencia de las redes sociales (facebook, twitter, etcétera), nuevas formas organizativas que hoy trascienden el espacio virtual y que en el caso de la generación pin-güina en Chile o la generación 2.0 en México expresan atisbos de una nueva cultura política en América Latina. Habrá que seguirle la pista a las formas distintas en que están accediendo a internet y participando en la cultura digital, en las redes sociales, impactando en la producción noticiosa; así como en la transformación de lo político en los contextos particulares de los países latinoamericanos, que tienen, no lo olvidemos, su propia especificidad. Entre los cambios más importantes que el espacio virtual está propiciando en la construcción de los jóvenes como actores sociales, está «la gestión del yo» o la producción de la presencia y visibilización juvenil de maneras más individuales a las maneras colectivas-grupales del siglo XX. Lo que haremos será mirar este palimpsesto generacional, producto de temporalidades superpuestas que configuran ciertas subjetividades juveniles latinoamericanas.

Algunos sostuvieron que su trabajo consiste en crear y que mucho de lo que vivían en la metrópoli les servía como medio para crear «cosas» y ambientes o conceptos imaginativamente. Para Iván se trata de captar y emular en sus productos la improvisación, los missused o las maneras incorrectas de usar las cosas y el trastocamiento de los espacios y objetos que es realizado por las personas de la vida real. 22 Algunos autores fijan el rango de edad de las generaciones en quince años, como es el caso de Dromel, y otros, como Mannheim, creen que es de treinta años. 19 En diez años se ha triplicado la posesión de computadoras en los hogares mexicanos, por sobre la TV y la radio (AMIPCI, 2011).

Este movimiento ilustra muy bien la forma en que la generación X tuvo que lidiar con el advenimiento de internet. Trendsetter es un categoría del marketing que significa «posicionados en la tendencia», de estilos de vida por venir o tendencias. Sin embargo, a falta de un término mejor, lo usamos para referirnos a aquellos jóvenes integrantes de la categoría de personas que Hannerz (1998) denomina «especialistas de la expresión» o «personas que se ocupan de la cultura» que viven en las ciudades mundializadas. Los developments son jóvenes nacidos en la ciudad y tienen entre veintiún y treinta y dos años; son solteros, sin hijos y viven con su familia de origen o comparten departamento con algún familiar. Sus productos culturales son artístico-funcionales a la vida moderna en la ciudad y su trabajo creativo es para cierto segmento del mercado.

En Chile, el proceso de «eclosión pública» de las juventudes rurales está estrechamente ligado a los procesos específicos que se vivieron en el campo posterior a la «contrarreforma» agraria llevada a cabo por la dictadura militar de Pinochet. Después de reprimir a las organizaciones campesinas, devolver una importante porción de tierras expropiadas bajo el gobierno de la Unidad Popular, el gobierno militar comienza una acelerada dinámica neoliberalizadora del agro. Licita predios reexpropiados a asignatarios de la reforma agraria o fiscales a parceleros particulares y vende otros a un grupo de empresas transnacionales que se instalan desde mediados de la década de los ochenta en la zona central para producir y exportar frutas. Pero en el devenir del actor juvenil constituyen puntos de inflexión que esta vez no sólo impactaron a la propia juventud sino al conjunto de la sociedad chilena en su pregunta por los límites y posibilidades de la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado, como bellamente definió a la política el sociólogo Lechner (1998). Y esa interrogante, a cinco años de la rebelión pingüina, sigue siendo ampliada y profundizada por la acción colectiva de jóvenes y no tan jóvenes en Chile.

Si bien comparten con las vanguardias ciertas concepciones sobre el trabajo —como placer y obtención de satisfacción estética y como innovación—, lo que los particulariza o identifica de manera distintiva es la combinación de creatividad y capacidad emprendedora que he denominado «pasión emprendedora». Esto es, tienen la capacidad de tomar el riesgo de emprender, en el sentido ejecutivo del término, nuevas ideas y difundirlas entre nuevos públicos y mercados a partir de asociarse con otros creativos para trabajar, crear y proyectar. Las formas de asociación con otros son muy diversas, pero tienen en común conformar colectivos autogestionados alrededor de proyectos creativo-empresariales que terminan cuando los proyectos se acaban.

Viven, trabajan y construyen sus circuitos de diversión entre el Centro Histórico y las colonias Polanco, Condesa y Roma, San Rafael, Escandón, Santa María la Ribera, zona históricamente urbanizada de la Ciudad de México. Se consideran urbícolas y sienten que su fuente de inspiración creativa está en esa diversidad étnica y social del centro de la ciudad y no en la periferia donde habitan los sectores altos, medios altos y los sectores más pobres. La ciudad es valorada en su posibilidad de encontrarse e interactuar con otros muy distintos a ellos mismos.

No son contrarios a lo comercial, consideran que se puede crear en lo comercial y se puede vivir de lo que se trabaja y hace creativamente. Desde el marco organizacional del «mercado» (Hannerz, 1998), los developments pueden ser ubicados como vendedores de ciertos productos culturales novedosos, más precisamente, son generadores de nuevas demandas entre clientes que están a la caza de bienes, servicios e concepts innovadoras para luego comercializarlas en gran escala a través del mercado. Mientras la política de los adultos espacializa en un solo lugar su práctica (el parlamento, los partidos políticos), la política cultural de los jóvenes la escenifica en la cotidianeidad (sus cuerpos, su sociabilidad, sus territorios más próximos). Y por otra parte, mientras la temporalidad política del mundo adulto se refiere a un largo plazo (un mañana mejor), la política cultural juvenil la instala en el corto plazo (un presente mejor). Esta otra configuración cultural es la base de muchos de los desencuentros de los actores juveniles y adultos cuando negocian la resolución de los conflictos.

La migración indígena es fundamental para entender la producción de juventud entre las etnias del desplazamiento4 en la ciudad. Bajo la etiqueta «jóvenes indígenas» se esconden diferencias de todo tipo incluyendo de clase, edad, origen étnico, educación, ocupación, profesión, expectativas, estilos de vida, y muchas otras, las cuales conforman prácticas culturales y espaciales urbanas muy diversas. Estos jóvenes de ambos sexos han pasado de copiar a la creación de un estilo propio con el cual interactúan entre ellos y con otros jóvenes en la ciudad. También, a diferencia del pasado, los líderes indios en la ciudad —entre los que se encuentran jóvenes que en su mayoría cuentan ya con estudios universitarios—, apelando a su condición indígena, responden mediática y legalmente en la actualidad a las campañas empresariales e institucionales discriminatorias contra lo que consideran atenta contra la dignidad étnica. Sostuvimos al inicio de este capítulo que las generaciones no son estructuras compactas, sino únicamente referentes simbólicos que identifican vagamente a los agentes socializados en unas mismas coordenadas temporales.

El campo de batalla que es la ciudad, con toda su discriminación y modelo de éxito, hace que algunos jóvenes ilustrados desarrollen una cultura oposicional a partir de recurrir al núcleo de valores aprendidos en sus culturas parentales (comunitarias y familiares) con el propósito de resistir activamente los valores de la sociedad hegemónica. El tema de la juventud indígena3 no ha sido central ni en la investigación ni en la política social. Entre las razones de este desentendimiento, está el reciente reconocimiento de un periodo etario dentro de los pueblos indígenas diferente de la infancia y la adultez.

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El surgimiento del «pololeo», o noviazgo informal, es un dispositivo que ayuda a prolongar la soltería de esta generación, juveni-lizándola pero, a su vez, abrevia esta juvenilización, por la mayor permisividad sexual que trae aparejado el pololeo, el que desemboca en una descendencia a sustentar. Las mujeres arribarán a esta «breve juventud» debido a la migración laboral (servicio doméstico). El pololeo, como constructo cultural urbano, y muchos bienes simbólicos de un mercado juvenil emergente (moda, música y revistas juveniles), serán apropiados y transmitidos por ellas a los varones. No obstante, la juvenilización de las muchachas será un proceso abortado debido a que al regresar a la comunidad de origen el prototipo identitario «joven y mujer» tendrá una precaria existencia. 23 Esta investigación es resultado de un análisis longitudinal que cada año se realiza en más de 32 países, para conocer los hábitos y tendencias de las personas con respecto a las tecnologías de información y comunicación asociadas a web plomero en san juan. El trabajo de campo fue realizado durante diciembre de 2010, enero y febrero de 2011, y el procesamiento de la información se concluyó en marzo.

Identificamos algunos rasgos transicionales de la llamada generación X a la generación @ a partir de las identidades juveniles latinoamericanas que evocan empalmes o palimpsestos en las propias subjetividades de los actores que desde la política, el consumo, la desigual incorporación tecnológica, la migración y la neorruralidad dibujan las peculiaridades generacionales latinoamericanas. Una característica central, según los casos presentados en este ensayo, es la profunda desigualdad social que marca estructuralmente a los sujetos jóvenes en nuestro continente. El acceso desigual a los bienes y servicios provoca tensiones constantes al interior de las generaciones. Estas tensiones obligan a la problematización de la categorización generacional latinoamericana.

El largo proceso constitutivo de culturas juveniles en el mundo urbano del país desde los años cincuenta (coléricos, carlotos, sicodélicos, revolucionarios, etcétera) es inexistente en el mundo rural hasta los años noventa. A partir de allí, parece experimentarse una compresión histórica, un salto sociocultural abrupto que, en menos de una década, produce jóvenes «juvenilizados». En este sentido, los flujos comunicacionales y la rápida modernización (proyectos desatascos santa pola de desarrollo, expansión educativa, terciarización, etcétera) inclinan una balanza que, al menos hasta la década del setenta, estuvo equilibrada en relación al peso cultural de la urbe versus el campo en la configuración identitaria de los actores rurales. La globalización, que ha traído importantes efectos en el plano de la cultura, se traduce en apropiaciones locales que impregnan de un cariz especial a la generación x en América Latina.

La dominación patriarcal del cabeza de familia sobre los grupos dependientes (mujeres y jóvenes) se expresa en los sistemas de herencia y en el management sexual. Paradójicamente, los jóvenes, que constituyen una parte elementary de la fuerza de trabajo, no tienen ni prestigio ni poder. Como compensación, ocupan un lugar central en el espacio lúdico de la comunidad y a menudo participan en muchos aspectos de la vida festiva (fiestas patronales) o recreativas (agrupaciones deportivas). Ubicamos la presencia de los jóvenes indígenas en la Ciudad de México dentro de los procesos de desterritorialización que hoy caracterizan a ciudades mundializadas como Ciudad de México (Hannerz, 1998).

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