En la mitad de la cuadra algunos de los manifestantes comenzaron a gritar frente a una casa “esa casa es de los chanchos, esa casa es de los civiles”. Algunos tiraron un par de piedras al frontis de la casa, que mí me pareció una soberana tontera. Como la mayoría de los jóvenes corrimos y con mis amigos nos ocultamos en la mampara de una casa. Desde ahí observamos con impotencia como golpeaban y detenían a los manifestantes. Estando mi padre detenido me acerco a los pocos compas de la jota que quedaban en la población y comenzamos el trabajo well-liked en ayuda a nuestros pobladores y sus familias.
A Manolo le gustaba escuchar las historias del apagón del 14 de diciembre del ‘83, fecha en que había salido a la luz pública el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Siempre se preguntaba cómo es que los combatientes habían logrado realizar aquella acción de impacto nacional, imaginaba lo difícil que debió haber sido coordinar las acciones de los grupos operativos clandestinos que actuaron, el apoyo logístico entre ciudades y puntos tan distantes como Santiago, Valparaíso y Concepción, sin comunicaciones instantáneas y todo en medio de un management del que tanto se vanagloriaba la dictadura de Pinochet. Soy uno de tantos compañeros, compañeras y Familias que lucharon por defender a esta revolución de las garras del Imperialismo, mi nombre Wladimir Inostroza Espindola, hijo de un obrero de la Construcción, el cual a cumplió ninety seven años de vida y de una asesora del hogar, que tiene hoy 85 años de vida, ambos vivos, nací en Barrancas lo que hoy es Pudahuel. En el camino fui entendiendo que el fin del fascismo no sería fruto de una sola batalla ni de la acción de un solo sector de las fuerzas opositoras, sino el resultado de una sucesión de luchas grandes y pequeñas de todo el pueblo hombres y mujeres.
Hoy han pasado los años y el sentir el Rodriguismo me ha acercado a lo mejor del ser humano, es más, es una obligación que siento, es querer estar a la altura de cualquier compañera o compañero Rodriguista. Y así entre acción y acción nos fuimos curtiendo, supimos del dolor por la muerte de los compañeros, recuerdo a Fernando Villalón, era un niño cuando murió por una explosión en un departamento en la Villa Portales. En nuestra familia el repliegue fue un poco más suave, ya que recién hacia un año que habíamos llegado a Santiago desde Temuco y recuerdo que mi papá dijo que él no se “alumbraría” (debió usar otra palabra), por lo tanto, ya en el departamento no se hicieron reuniones del PS, y mis hermanos mayores que militaban en la jota estaban estudiando en la U en Temuco.
Alberto me iba explicando los conceptos de la lucha clandestina, y antes de eso yo pensaba que me las sabía todas. El problema no es el susto –replicó Alberto–, sino que jamás me hubiera esperado que el compadre me entregara los explosivos para volar las torres adentro de una iglesia, y más encima ubicada en plena Alameda Bernardo O’Higgins. –Apareció el compadre con su cajita y nos metimos a la iglesia, hay que persignarse me dijo y lo hizo, Alberto también tuvo que hacerlo. Luego, me dio un informe político delante de todos los santos en voz baja –dijo Alberto– explicándome que si yo period plomeros en san nicolas de los garza cristiano no me molestara por el lugar del encuentro. –Bueno hermano, discúlpame –dijo Manolo– pero y ¿qué pasó con el compadre de la caja que me estabas contando? –insistió, con la esperanza de que Alberto siguiera con su relato.
Las noticias que llegaban desde Chile casi siempre estaban relacionadas con algún acto terrorista de la dictadura militar en contra de los chilenos, y no de las luchas que daban en la resistencia, como la noticia que acababa de recibir. Y como siempre lo hacía Manolo, se preguntaba, ¿qué estoy haciendo aquí en esta selva tropical? En esa época Manolo estaba en una escuela de instrucción militar del Ejército Popular Sandinista en una zona del norte de Nicaragua llamada Apanás en el departamento de Jinotega, participando en un entrenamiento de guerra irregular de varias semanas de duración. Al poco andar en una bilateral con el secretario regional me planteo si estaba dispuesto a ser parte del trabajo militar, no lo pensé mucho, solo le dije “vamos de inmediato”. Estaba contento por fin salía de lo monótono que se estaba haciendo la lucha contra la dictadura.
Y le dije con mi inocencia, “si nos paran los milicos me los pongo y les pego”. No sé si esa respuesta mía fue la que determinó finalmente que mi madre en llantos decidiera no emprender el viaje donde mi abuela, y quedarnos a esperar la liberación de mi padre, cosa que sucedió dias después, puesto que no le encontraron nada de que acusarlo, sólo de ser delegado sindical. El frente fue parte de la línea política de rebelión well-liked impulsada por el partido comunista de chile para terminar con la dictadura.
Este compañero me citaba a reuniones solo para estudiar política. Y que en la cajita de plátanos ecuatorianos venían los materiales para la fiesta del apagón. Al mirar la caja –siguió Alberto– me entró un temblor de repente, no imaginaba que el compañero transportaría el explosivo de esa manera y reconozco que después me vino el susto.
Su cuerpo presentaba múltiples disparos, en su mano le habían puesto un arma. Habían acribillado a Víctor Hugo Huerta, secretario regional del partido comunista. Saludo a las Compañeras y compañeros que a pesar de todas las pasadas siguen en la lucha.
Las emisoras transmitían himnos militares y luego comenzaron a emitir bandos, parecía una película de guerra. Por la tarde pasaron algunos amigos de mi padre, bordeando el toque de queda, a despedirse y nunca más los volví a ver. Dos dias después llegaron unas tías a informarnos que mi padre había sido detenido y trasladado a un campo de concentración. Mi madre embarazada de mi hermana menor se puso a llorar junto a sus hermanas. Le dije “estoy listo”, mi madre al revisar que había puesto dentro del bolso encontró mi par de guantes de box plomeria paz que me habían regalado, y me pregunta ¿para qué llevas eso?
Me propusieron la tarea que más me comprometió, que period realizar un campamento para instruir a militantes en los temas militares, en un sector cordillerano. Llegué al lugar quince dias antes de los combatientes, que días tras días iban arribando de manera secreta a nuestro secreto campamento, sin levantar sospechas para los habitantes del lugar. «Con esta operación el Frente se propone iniciar golpes a la infraestructura y equipamiento militar de las Fuerzas Armadas, porque hasta ese momento los objetivos de ataque a las fuerzas enemigas habían sido solo a los pacos, tiras y la CNI», señala Javier, combatiente rodriguista partícipe de acción. Días antes del apagón, ya nosotros teníamos todo estudiado, sobre todo la parte de la misión que nos correspondía a nosotros y cuando solo faltaba el material para botar las torres, me mandaron a recoger el explosivo. Y llegó este compañero del que te hablaba, venía caminando por plena avenida Alameda con una caja de cartón al hombro, de esas para las frutas, amarrada con una pitilla. Me habían indicado que me encontraría con un hermano de como treinta y tantos años con barba, una chaqueta café y una caja de frutas en el hombro izquierdo como señal de normalidad, simulando que period un vendedor de feria.
«Nos encontramos con milicos en la pasada los cuales, sabiendo quienes éramos, bajaron sus fusiles y se hicieron los lesos al ver que nuestro poder de fuego y disposición era entregar la vida si era necesario. Volvimos a la casa de seguridad, no salimos del cerco y vimos el operativo de las fuerzas de seguridad tomando desayuno y felices por haberlos golpeado tan certeramente», comenta Alexis. Hasta que una hermosa noche se cortó la luz en todas partes, luego aparecieron proclamas de un grupo que decía ser el brazo armado del pueblo. Recuerdo que llegaba mi amigo con el Siglo, donde se aprendía a hacer panfletos, barricadas y también otras cosas. Nos aprendimos el himno de la Jota que venía en la contra tapa y no militábamos. Un día fuimos a un acto a Lo Hermida, debe haber sido a fines del 84, era verano, hasta que llegaron los pacos y mi amigo me cube “nos vamos”, yo le respondo “pero si recién se está poniendo bueno”, me miro y me dijo “nos vamos ahora”.